Imagen de escasa nitidez del paisaje de Lanzarote, en el que podemos ver algunas montañas y entrantes costeros, y lo que parecen arenados en primer término. La fotografía fue tomada por un turista anónimo que visitó la isla en la década de 1960.
Imagen de la costa y el pueblo del Golfo tomada desde la montaña del Golfo, en cuyo cráter derrumbado se encuentra el singular Charco de los Clicos. La fotografía fue tomada por un turista anónimo en formato diapositiva en la década de 1960.
Campesinos y niño retratados junto a un lagar, espacio que reconocemos por la viga de la prensa, que sobresale del inmueble. La fotografía fue tomada en formato diapositiva por un turista anónimo que visitó la isla en la década de 1960.
Imagen de un pastor con un pequeño rebaño de cabras caminando por la carretera de tierra de un pueblo que no hemos podido identificar. La fotografía fue tomada en formato diapositiva por un turista anónimo que visitó la isla en la década de 1960.
Campesino caminando junto a su camello. Este animal fue indispensable en el pasado de la isla, pues gracias a su fortaleza y adaptación al medio constituyó una herramienta de trabajo básica en el campo, y también fue un apreciado medio de transporte. La fotografía fue tomada por un turista anónimo que visitó la isla en la década de 1960.
Mujer guindando agua de un aljibe. Hasta la llegada de la potabilizadora en 1965, las aljibes fueron fundamentales para recoger el agua de la lluvia. Desconocemos el lugar en el que la fotografía fue tomada por un turista anónimo que visitó la isla en la década de 1960.
Ejemplar de tunera plantada en el volcán. Este frutal fue muy importante en el pasado, pues su fruta se comía tanto fresca como pasada (higos porretos), siendo un aporte energético imprescindible para todo el año. En sus hojas también se criaba la cochinilla, un tinte natural que fue muy importante para la economía de Lanzarote a finales del siglo XIX. La fotografía fue tomada en formato diapositiva por un turista anónimo que visitó la isla en la década de 1960.
Parra protegidas por socos de piedra y arenados próximos al volcán de Tao o del Clérigo Duarte, primer foco de las últimas erupciones acaecidas en Lanzarote, en 1824. La fotografía fue tomada en formato diapositiva por un turista anónimo que visitó la isla en la década de 1960.
Imagen de una playa de callaos con arco de piedra, posiblemente en algún lugar de la costa suroeste de Lanzarote. La fotografía fue tomada por un turista en formato diapositiva en la década de 1960.
Vista del paisaje volcánico de Timanfaya, producto de las erupciones acaecidas entre 1730 y 1736, que transformaron por completo la fisonomía de la isla, sepultando pueblos y destruyendo las mejores vegas agrícolas. En 1974, este territorio fue declarado Parque Nacional. La fotografía fue tomada por un turista en formato diapositiva en la década de 1960.
Coladas y volcanes de Timanfaya, producto de las erupciones acaecidas entre 1730 y 1736, que transformaron por completo la fisonomía de la isla, sepultando pueblos y destruyendo las mejores vegas agrícolas. En 1974, este territorio fue declarado Parque Nacional. La fotografía fue tomada por un turista en formato diapositiva en la década de 1960.
Coladas y volcanes de Timanfaya, producto de las erupciones acaecidas entre 1730 y 1736, que transformaron por completo la fisonomía de la isla, sepultando pueblos y destruyendo las mejores vegas agrícolas. En 1974, este territorio fue declarado Parque Nacional. La fotografía fue tomada por un turista en formato diapositiva en la década de 1960.
Vistas de los volcanes de Timanfaya, producto de las erupciones acaecidas entre 1730 y 1736, que transformaron por completo la fisonomía de la isla, sepultando pueblos y destruyendo las mejores vegas agrícolas. En 1974, este territorio fue declarado Parque Nacional. La fotografía fue tomada por un turista en formato diapositiva en la década de 1960.
Vistas de los volcanes de Timanfaya, producto de las erupciones acaecidas entre 1730 y 1736, que transformaron por completo la fisonomía de la isla, sepultando pueblos y destruyendo las mejores vegas agrícolas. En 1974, este territorio fue declarado Parque Nacional. La fotografía fue tomada por un turista en formato diapositiva en la década de 1960.
Turistas observando el paisaje de Timanfaya, producto de las erupciones acaecidas entre 1730 y 1736, que transformaron por completo la fisonomía de la isla, sepultando pueblos y destruyendo las mejores vegas agrícolas. En 1974, este territorio fue declarado Parque Nacional. La fotografía fue tomada por un turista en formato diapositiva en la década de 1960.
Madre e hija observando las coladas y volcanes de Timanfaya, producto de las erupciones acaecidas entre 1730 y 1736, que transformaron por completo la fisonomía de la isla, sepultando pueblos y destruyendo las mejores vegas agrícolas. En 1974, este territorio fue declarado Parque Nacional. La fotografía fue tomada por un turista en formato diapositiva en la década de 1960.
Coladas y volcanes de Timanfaya, producto de las erupciones acaecidas entre 1730 y 1736, que transformaron por completo la fisonomía de la isla, sepultando pueblos y destruyendo las mejores vegas agrícolas. En 1974, este territorio fue declarado Parque Nacional. La fotografía fue tomada por un turista en formato diapositiva en la década de 1960.
Coladas y volcanes de Timanfaya, producto de las erupciones acaecidas entre 1730 y 1736, que transformaron por completo la fisonomía de la isla, sepultando pueblos y destruyendo las mejores vegas agrícolas. En 1974, este territorio fue declarado Parque Nacional. La fotografía fue tomada por un turista en formato diapositiva en la década de 1960.
Coladas y hornitos de Timanfaya, producto de las erupciones acaecidas entre 1730 y 1736, que transformaron por completo la fisonomía de la isla, sepultando pueblos y destruyendo las mejores vegas agrícolas. En 1974, este territorio fue declarado Parque Nacional. La fotografía fue tomada por un turista en formato diapositiva en la década de 1960.
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