En 1852 se aprueba el Real Decreto de Puertos de Bravo Murillo que da pie a los puertos francos y que fue un paso importante para Canarias y especialmente para islas como Lanzarote, ya que hasta ese momento el dominio y la intervención de las islas centrales sobre los otros puertos era incontestable. Según los investigadores F. Perera y A. Montelongo hasta ese momento '(…) la presión de las islas centrales se cernía sobre el cuello económico de Lanzarote a fin de ahogarla bajo sus propias presiones y manipulaciones políticas y económicas'.