
El documento trata sobre las plagas y epidemias que afectaron a Lanzarote durante la Edad Moderna. Se centra en la plaga recurrente de la cigarra (langosta), combatida con exorcismos y acciones civiles, y que llevó al nombramiento de San Ginés como su santo protector en 1769. Además, aborda las constantes alertas de contagio de peste procedentes del Mediterráneo y el Norte de África, que obligaron a las autoridades a establecer estrictas cuarentenas y vigilancia de los buques.