
El documento analiza los podomorfos (grabados rupestres de pies) de la Piedra del Majo en Zonzamas, Lanzarote, destacando su gran variedad y su predominante orientación hacia el noroeste, vinculado al solsticio de verano. Se propone que estos grabados, junto con la cercana quesera, forman un complejo cultural que servía como marcador celestial y reforzaba la identidad social de los antiguos pobladores.