El joven Mateo Rosa apoyado en una puerta de madera de doble hoja, característica de las viviendas tradicionales de Arrecife en la primera mitad del siglo XX. La década de 1930 fue un periodo de profundas dificultades económicas en Lanzarote, marcado por la crisis agraria, la emigración y el aislamiento. En Arrecife, capital de la isla desde mediados del siglo XIX, la vida cotidiana transcurría en un entorno marcado por el trabajo manual, la escasez de recursos y una fuerte identidad comunitaria.
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