Los hermanos Eduardo, Antonio y Carmen Martín, junto al marido de ésta, en la Plaza de Las Palmas de Arrecife. Durante los años 50, era habitual que los habitantes de Arrecife, especialmente los jóvenes, pasearan por el centro tras asistir a misa los domingos, una tradición que combinaba lo religioso con lo social y lo estético. Vestirse con las mejores galas formaba parte del rito, en una sociedad que valoraba profundamente la presencia pública y la elegancia. La Plaza de Las Palmas era un espacio de encuentro generacional y escenario de la vida urbana.
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