Andrés Hernández Brito, maestro lanzaroteño que trabajaba en Gran Canaria, es condenado a muerte por su participación en la defensa de Moya, pero finalmente su pena es conmutada. En este caso, sobresale el hecho de que los familiares, el Delegado del Gobierno en Lanzarote, el Alcalde de Arrecife y varias autoridades de la isla hicieran una petición de indulto.