Aunque hoy día es difícil recorrer la isla canaria de Lanzarote sin encontrarse con esculturas públicas en cualquier calle, paseo o rotonda, el marco fijado para este artículo se limita a aquellas que en distintos momentos se han ido instalando en el paseo marítimo de la capital de la isla: Arrecife. El afán municipal para estos proyectos es el embellecimiento del entorno mediante la ocupación del espacio urbano como museo al aire libre.
Asimismo, un eficaz uso pedagógico que impulse al conocimiento y, consecuentemente,
a una valoración por parte del ciudadano de su patrimonio artístico, cultural y medioambiental; todo ello ligado a un objetivo fundamental: la regeneración urbana.
En la órbita de otros proyectos similares de actuaciones urbanas, la ruta de las esculturas de Arrecife sigue el paseo peatonal, el carril bici y zonas ajardinadas existentes en buena parte de los trayectos. Asimismo, permaneciendo muy presente la huella de César Manrique, se pretende con cada pieza expuesta marcar un diálogo con su entorno costero. Y así también se busca conjugar las señas de identidad isleña con las formas plásticas del arte europeo.