La presente comunicación centra su estudio en la crítica que los ilustrados, en el s. XVIII, lanzaron contra el género literario de los autos sacramentales. La centuria que se conoce, desde el punto de vista historiográfico, como Siglo de las Luces, nacía con una revisión crítica de todo lo que había representado la cultura del siglo anterior, es decir, la cultura del Barroco. En efecto, tras la finalización del Concilio de Trento en 1563, la religión comenzó a impregnar, quizá con mayor intensidad que en épocas pasadas, casi todas las manifestaciones humanas. En lo que concierne al campo literario, se debe destacar el papel que desempeñó el lanzaroteño José Clavijo y Fajardo (1726-1806) en la desaparición de los autos sacramentales. Como hombre de su generación, pensó que dichas piezas se trataban de un apéndice de la ignorancia, superstición o incredulidad que habían caracterizado al seiscientos. Sostuvo que el teatro, como único instrumento educador de la población, debía ser reformado para adaptarlo a las corrientes ideológicas y estéticas europeas de entonces, en especial, a las francesas. Por consiguiente, la desaparición del auto sacramental de la escena pública constituía un paso esencial.