En La Palma, al igual que sucede en Lanzarote y en Fuerteventura y, en general, en todo el Archipiélago canario, el aprovisionamiento de agua ha sido vital para el establecimiento del hábitat, la práctica agrícola y la ganadería a lo largo de 2.000 años, desde la época 49 indígena hasta la actualidad. En la toponimia palmera ha pervivido en numerosos puntos el topónimo referido a mareta, asociado a charcos de agua, mientras que en Lanzarote la presencia de este vocablo permanece más visible a través de los siglos donde se rastrea en fuentes documentales y en el territorio, donde permanecen multitud de muestras, la mayoría arruinadas. Las poblaciones de La Palma y de Lanzarote han debido agudizar su ingenio para conseguir agua a lo largo de todo el año y, especialmente, en las épocas más críticas, en el transcurso del verano. En este artículo se estudian sistemas de acopio de agua de lluvia o la retenida en el subsuelo los consideramos precursores de los aljibes.