El paisaje vitivinícola y los espacios rurales conforman un atractivo turístico singular y destacado en la isla de Lanzarote, pero también un elemento de valor para las políticas de ordenación del territorio en este ámbito insular. El patrimonio del pasado agrícola y los desarrollos turísticos recientes deben convivir en el espacio y en la memoria local del espacio. En este escenario, la agricultura y el turismo son compatibles y complementarios. El objeto del presente artículo es analizar las cualidades turísticas en el paisaje y su tratamiento desde la planificación del territorio como un ejemplo de coordinación de políticas y estrategias en los espacios insulares.