El obispo Codina, tras una visita pastoral a la isla, ordena cerrar la Iglesia de Los Dolores tras habérsele derrumbado el techo. Tras esto, se constituyó una comisión Pro Santuario de los Dolores que logró, con las ayudas de los fieles y la venta de los terrenos de la Virgen, reconstruir el santuario, que sería de nuevo abierto al culto en 1861.