El comisario y el notario de la Inquisición en Lanzarote, Ambrosio de Ayala y Salvador de Armas, respectivamente, se apoderan bajo amenazas de algunas de las mercancías que transportaba hacia la isla el barco francés San Luis, por valor de más de quinientos reales. Este incidente provocó el enfado de los franceses, que acudieron al embajador de Francia en la Corte.