Los vecinos de San Bartolomé y Montaña Blanca presentan un escrito por mano de sus apoderados recordando que sus tierras y casas han sido destruidas por los volcanes y solicitan que se les permita romper y panificar otras tierras que hasta ese momento eran utilizadas con fines ganaderos. Hasta el 31 de octubre de 1733 los vecinos no obtendrían la autorización por parte de la Real Audiencia.